Rodéate (siempre) de mejores personas que tú

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No sé si a ti te ha pasado, pero en estos últimos años me he encontrado en mi circulo más cercano (también en el profesional) a personas  que quiere tener siempre la razón y no escuchan otras opiniones, ¿tú también te las has encontrado, verdad? Seguro qué si!

Lo que te decía, «gente» que le gusta frustar a otros que considera más débiles y con menos argumentos que ellos, «gente» que no reconoce ni a la de tres su culpa y que no buscan soluciones sino dianas a las que tirar, «gente poco humilde» que finge no ser ignorante en algo que sí lo son, «gente» que no pide ayuda, porque para qué, si no la necesitan… «Gente» que en definitiva, no admira nadie.

Vivimos y trabajamos en una sociedad donde la imagen social, dónde lo que mostramos en nuestros escaparates es casi lo más importante o,  debería decir es lo más importante?Mira sino cuánta gente vive de lo que publica en sus redes sociales, cuánta gente  vive más pendiente de los «me gusta» que de hacer algo que los diferencie de verdad del resto, vamos que si te fijas en tu entorno (también por supuesto, en el profesional) compararse con otr@s parece inevitable.

Porque lo de  “tener confianza en ti mismo” está muy bien, es de hecho, necesario, pero también y llevado al extremo puede llevarte a un plano tóxico y aislado si no consideras, sino tienes en cuenta debidamente a los demás (esos a los que tú llamas o consideras «competencia»).

Lo sé, el ego es así (¡pero de la autoestima al ego hay unos cuantos pasos de diferencia!), en definitiva él hace su trabajo, reconócelo, es difícil admitir que hay alguien cerca tuya mejor que tú en algo que te consideras bueno, seamos honestos, a todos nos pasa, o nos ha pasado. Muchas veces, etiquetamos los logros de otros como «suerte»  y ni siquiera nos paramos a admirar y examinar el éxito ajeno, sin embargo, lo nuestro, lo nuestro sí que es siempre es resultado del esfuerzo y la constancia, no?

 

Un cambio de paradigma

 

“Todas las personas son superiores a mí en algún sentido y en ese sentido aprendo de todas ellas”

El día que tomé consciencia que no había peor competencia que la de mi propio ego, comprendí que sólo admirando a otr@s podía crecer personal y profesionalmente.

Entonces cambié mi chip y no tuve problemas para quitarme el sombrero delante de gente que lo hacía muy bien, gente que había llegado donde yo quería llegar, empecé por admirarlos y terminé por aprender de aquellos que tenían algo mejor, o algo parecido a lo que yo quería o yo buscaba.

Es un ejercicio muy sano, cada día hago uso de mi humildad, y creo sinceramente que todos deberíamos tirar de esta cualidad de vez en cuando, ¿a qué esperas para fijarte y preguntar a esa persona cómo hace lo que hace? ¿cómo escribe esos posts que reflejan tan bien lo que lo qué tu habrías querido decir en ese momento, cómo hablan en público con esa naturalidad, cómo se han rodeado de ese circulo de profesionales que siempre lo tienen en mente cuando necesitan una colaboración (llámalo networking o llámalo cómo quieras), cómo pueden ser optimistas cuando han tenido el camino lleno de piedras o cómo hacen reír al resto con esa facilidad tan pasmosa? ¡Pues, mira, observa y pregunta!

Y es que  admirar a los demás no te hace ser inferior, admirar es SER consciente de tus limitaciones, pero también de tus fortalezas.

Lo ves, ¿te estás dando cuenta de lo poco que estamos acostumbrados a ver virtudes en los demás? Definitivamente, ver el talento en los demás es el trabajo más complicado del mundo…

Admirar (con honestidad, dejando a un lado el peloteo) te da la posibilidad de construir una mejor versión de ti, así que escucha de verdad a quien pueda hacerte mejorar. Estoy convencida de que casi todas las personas tienen algo preparado para ti, algo que mostrarte, algo que te aportará, solo tienes que adquirir el hábito de ver las virtudes en los demás, y si gestionas un equipo (y quieres convertirte en un verdadero líder) grábate esta máxima a fuego.

Además ocurre algo mágico, tener admiración hacia personas cercanas, interés por aprender y elogiar con sinceridad, hará que tú también seas un imán para otras personas.

 

Rodéate de personas a las que admires

 

Tienes derecho a cambiar de opinión, tienes derecho a crecer…

Quién en un momento determinado pudo parecerte competencia, con el tiempo te das cuenta que es alguien del que aprender, alguien en el que poder espejarte, alguien de quien enriquecerte (como ves, nunca digo «copiar» que no se trata de eso).

Para aprender, avanzar y crecer, es fundamental mirar a los que van algunos o muchos pasos por delante de nosotros, tener la humildad de admirarles e intentar aprender de ellos. Venga, rodéate de quien te haga reír, pero también de quién te haga pensar, rodéate de personas que te lleven la contraria, y que te hagan pensar y cuestionarte también tus propias opiniones y pensamientos, recuerda, eso también es #marcapersonal.

Ya estás estás tardando! es importante que empieces a rodearte de personas que admires. No tengas miedo de ser ni mejor ni peor que nadie, sólo tienes que conseguir lo que te has propuesto, olvídate de los reconocimientos, no pretendas llamar ser el foco de atención,  el foco lo tienes que poner en ti mismo y en tus metas.

Si de verdad tienes una meta que quieres alcanzar, despréndete de las excusas, enfócate, deshazte de la envidia que no te aporta nada, empieza a admirar -o admira más de lo que ya lo haces-  y rodéate de personas mejores que tú, que te empujen a ser la mejora versión de ti mismo

De todo éste post me quedo con que los seres humanos, somos mejores personas cuando estamos rodeados de gente que saca lo mejor de nosotros mismos, esas personas que brillan por sí solas y que, de forma natural nos hacen brillar a nosotros también. A esa gente, que irradia y nos contagia, a esa gente están dedicadas estas palabras, gracias a todas a aquellas personas a las que ADMIRO, y que me dan la oportunidad de crecer cada día, gracias, tú sabes quién eres, ellos saben quienes son…

«La admiración hacia otros es lo que nos hace seguir siendo humildes, porque si no tuviéramos a nadie a quién admirar, caeríamos siempre en la soberbia…» (frase encontrada en internet de la que desconozco el autor)